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UC - Críticas

País: Francia.

Año: 2013.

Duración: 96 min.

Género: Drama.

 

Dirección: Roman Polanski.

Guion: Roman Polanski y David Ives, basado en la obra de David Ives.

Producción: Robert Benmus

sa y Alain Sarde.

Música: Alexandre Desplat.

Fotografía: Pawel Edelman.

Montaje: Margot Meynier y Hervé de Luze.

Diseño de producción: Jean Rabasse.

Vestuario: Dinah Collin.

Distribuidora: Wanda Visión.

 

Estreno en España: 31 Enero 2014.

Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años.

Interpretación: Emmanuelle Seigner (Vanda), Mathieu Amalric (Thomas).

 

LAS PERVERSIONES DE POLANSKI A ESCENA

Roman Polanski vuelve a adaptar al cine una obra de teatro contemporánea tras la experiencia de ‘Un Dios salvaje’ (2011), recurriendo para ello una fórmula calcada pero efectiva basada en un breve prólogo y un epílogo de exteriores y el grueso desarrollado en un interior teatral (esta vez potenciado por tratarse de un escenario) en manos de un elenco reducidísimo. El director franco-polaco sabe sacar el máximo partido a estos elementos para desarrollar una historia saturada de simbolismos hecha a su medida para dar rienda suelta a sus más obscuras (y queridas) perversiones.




SINOPSIS: En un teatro parisino, después de un duro día de audiciones para el papel del nuevo proyecto, Thomas se lamenta al teléfono por el poco empeño e interés que han mostrado los candidatos que se han presentado. Nadie tiene el nivel necesario para asumir el liderazgo del reparto y Thomas se está preparando para salir cuando aparece Vanda, un torbellino de energía desenfrenada y descarada. Vanda tiene todo lo que odia Thomas. Es vulgar, sin cerebro y no se detendrá ante nada hasta conseguir el papel. Thomas le da una oportunidad para mostrar su talento y Vanda le sorprende con una increíble metamorfosis. Provista de accesorios y disfraces, entiende a la perfección el personaje y ha memorizado cada línea del guion. Mientras la prueba se alarga, la intensidad entre ellos se incrementa y la atracción se convierte en una obsesión para el joven.



Apoyado en un libreto ágil repleto de punzantes y morbosos dobles sentidos, Polanski infiere a ‘La Venus de la pieles’ su característica narrativa sonámbula para construir y desfragmentar repetidamente unos personajes al borde del desmoronamiento. El vehículo, claro, le viene como anillo al dedo al director para dar rienda suelta a obsesiones características como el travestismo, la sexualidad inherente y el oscurantismo. Para potenciarlos, el realizador (cómodo ya en este tipo de rodajes minimalistas) no duda en utilizar los carices mitológicos y traumáticos de los protagonistas en manos de unos Emmanuelle Seigner  y Mathieu Amalric, sometidos con valentía al transformismo de la realización de un verdadero titiritero.



Precisamente, el sometimiento como objeto de análisis que propone ‘La Venus de la pieles’, es la mejor opción que puede tomar el espectador al enfrentarse con esta obra no tan incómoda como quizá quiera aparentar, y dejarse llevar por el desasosiego de su tira y afloja, de su agotadora sobrecarga metafórica, y de su doble juego interpretativo presentado como una serie de muñecas rusas ocultas unas dentro de otras. En el camino, se encontrará con momentos brillantes del falseamiento como la utilización de efectos sonoros para rellenar la puesta en escena, simulados clímax en mitad del desarrollo como colofón a cada acto, y el  bombardeo de símbolos fálicos hasta desembocar en una justificación de todo esto que, sin embargo, no le hace justicia.




UC (Manu Cabrera).

TRAILER